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17.5.06

Cuánto cuesta mi obediencia a los demás 

"Tomaron a un cierto Simón...y le pusieron la cruz encima." (Lucas 23:26 LBLA)

Si obedecemos a Dios, eso le va a costar más a otras personas de lo que nos cuesta a nosotros, y allí es cuando duele. Si estamos enamorados de nuestro Dios, la obediencia no nos cuesta nada, es un gozo, pero les cuesta bastante a aquellos que no le aman. Si obedecemos a Dios implicará que los planes de los otros son quebrados, y ellos se meterán con nosotros con ello, "¿A esto le llamas ser cristiano?" Nosotros podemos evitar el sufrimiento; pero si vamos a obedecer a Dios, no debemos evitarlo, hemos de dejar que el precio sea pagado.
Nuestro orgullo humano levanta armas en este momento, y decimos - yo jamás aceptaré nada de nadie. Pero debemos hacerlo, o desobedecer a Dios. No tenemos derecho a esperar estar en otro tipo de relación que en el que estuvo nuestro Señor mismo (véase Lucas 8:2-3).
El estancamiento en la vida espiritual llega cuando decimos que podemos aguantarlo todo nosotros mismos. No podemos. Estamos tan metidos en los propósitos universales de Dios que obedecemos a Dios inmediatamente, a los otros les afecta. ¿Camos a permanecernos leales en nuestra obediencia a Dios y pasar por la humillación de rechazar ser independientes, o vamos a afrontarlo del otro lado y decir: yo no les haré pagar el coste de sufrimiento a otras personas? Podemos desobedecer a Dios si así lo escogemos, y traerá un alivio inmediato a la situación, pero seremos una pena a Dios. Mientras que si obedecemos a Dios, él cuidará a los que han sido forzados a ser consecuencia de nuestra obediencia. Simplemente hemos de obedecer y dejar las consecuencias con él.
Cuidado con la inclinación de dictarle a Dios acerca de qué vas a permitir que ocurra si le obedeces.

(traducción de "My Utmost for His Highest" de Oswald Chamber, 1935, día 11 de enero)

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